El paisaje protegido Río Tinto, que abarca los tramos alto y medio del río, es único en el mundo, tanto por su belleza cromática como por sus excepcionales condiciones ambientales, un peculiar paisaje propio de otro mundo.
El nombre del río proviene de su color rojizo, que pasa a ocre en las orillas, estas tonalidades prehistóricas se deben al alto contenido en (sales ferruginosas y sulfato férrico) que junto a la escasez de oxígeno, otorgan un pH muy ácido.
No es consecuencia de la contaminación de la industria minera, sino de la acción de los quimiolitotrofos, unas bacterias que literalmente se alimentan de las rocas, oxidando el azufre y el hierro de la pirita a sulfato (ácido sulfúrico) y a férrico, que son los dos elementos fundamentales que hay en el rió.
De ahí la recomendación de llevar botas de agua si vamos a estar en contacto con el agua y el lodo.
Un paraíso de colores y texturas para los amantes de la fotografía, con lodos cuarteados, rocas cubiertas de sedimentos, espumas acoloradas, texturas… y con un sinfín de posibilidades creativas.
El uso de filtro polarizador nos ayudara a eliminar los molestos reflejos y así poder contemplar el color del rió en todo su esplendor.
Aunque pueda parecer que en tales condiciones no sea posible la vida, estas aguas acogen una gran diversidad de microorganismos, adaptados a hábitats extremos. Tanto es así, que el lugar fue estudiado por la agencia espacial norteamericana NASA para conocer estas formas de vida, debido a la probable similitud entre sus condiciones ambientales y las que podrían darse en el planeta Marte.